sábado, diciembre 09, 2006

El valor de la duda

La Constitución garantiza en España la libertad ideológica, religiosa y de culto en su artículo 16 y en el 27.3 se dice lo siguiente:" los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones". No sé cómo han llegado a esa conclusión, pero muchos católicos (o musulmanes, etc) creen que estos dos artículos les garantiza el derecho a que sus hijos tengan acceso a la religión en las aulas mientras que yo en este artículo sólo veo que a los católicos (o cualquier otra religión) se les garantiza el derecho a poder ir a su parroquia a rezar y recibir sus clases de catequesis. Por lo tanto, la Constitución no garantiza en absoluto las clases de religión.
Algunas personas, al leer el artículo 27.3 dicen lo siguiente:
"si me encuentro en la situación de que el libro de texto que tiene que cursar un hijo mío, pugna directamente con lo que yo les estoy enseñando en casa y por lo tanto, existe una situación en la que los contenidos sean incompatibles con mi manera de ver cuestiones que hacen referencia a la moral, familia, etc., me negaría a que a mis hijos se les impartiese esa educación."
El problema está en que el sistema educativo imparte ciencia, y la ciencia es, por definición, la antítesis de la religión. ¿Por qué? Porque la ciencia se basa en la evidencia, en el escepticismo, en la razón y la religión se basa en la fe: en creer sin evidencias. Cuando un niño se sienta en el aula de biología y escucha la teoría de la evolución, es decir, la teoría que explica el hecho incontestado y demostrado de la evolución, está escuchando algo que se contrapone totalmente y de forma irreconciliable con lo que puede escuchar en la iglesia o leer en "La Santa Biblia". Lo cierto es que el mundo no fue creado hace siete días, ni el universo hace seis mil años, lo cierto es que gran parte de los hechos históricos de los que se habla en "La Santa Biblia" son falsos (desde el diluvio hasta la huida de los judíos de Egipto), lo cierto es que una mujer no puede quedarse embarazada del Espíritu Santo y seguir siendo virgen, lo cierto es que la resurrección es imposible y menos aún después de tres días muerto, lo cierto es que es imposible que la raza humana provenga de una pareja de humanos. La ciencia desmiente la religión.
¿Y ya que el artículo 27.3 dice lo que dice, no es posible que su padre al verse enojado porque su hijo aprende la teoría de la evolución que pone en ridículo lo dicho por "La Santa Biblia" acerca del origen de la especie decida que su hijo no acuda más a clase de biología? No, porque el párrafo siguiente limita el anterior: la enseñanza básica es obligatoria y gratuita (art. 27.4 de la C.E.).
No se trata de desterrar a los dioses de los colegios e institutos. Los alumnos acudirán a clase de filosofía donde estudiarán a algunos pensadores que defendieron de una forma más o menos ingeniosa lo que hoy en día sabemos que es harto improbable: la existencia de un ser todo poderoso. ¿Pero acaso no es la función de la educación el proporcionar a los estudiantes una mente crítica y movida por la curiosidad que les haga plantearse los enigmas que les rodean y les haga exigir pruebas para saber si han llegado a la verdad?. ¿Acaso no debemos fomentar el escepticismo y la duda como un método para que desarrollen su mente? Si esto es así, ¿cómo podemos defender que se les inculque un sistema basado en la fe, la creencia sin pruebas, un sistema que propugna que por encima de todo, por encima de cualquier prueba en contra, deben creer en algo de lo que no sólo no hay evidencias, sino que además tenemos serios motivos que nos hacen dudar de ello? ¿Cómo podemos considerarnos consecuentes si les enseñamos en biología la reproducción humana y una vez llegada la navidad fomentamos que los alumnos recreen un Belén viviente en el cual ha acontecido un hecho "milagroso"? No es asunto nuestro si después de clase el estudiante acude a misa, pero nosotros tenemos la obligación moral, la obligación legal, y la obligación que nos brinda la necesidad de crear una sociedad científica, de inculcarle un espíritu crítico.
Muchos de los que lean esto dirán que soy una persona intolerante que no respeta las supersticiones en las que cree la mayor parte de la sociedad. Hace tan sólo un mes Richard Dawkins dijo:
"Estoy profundamente harto con el respeto hacia la religión con el que a todos nosotros, incluido los seculares, se nos ha lavado el cerebro". No, no respeto las supersticiones. Si mi madre acudiese a un curandero para intentar paliar un cáncer no respetaría su decisión. La llamaría estúpida y supersticiosa y le explicaría por qué el curandero no tiene ni puta idea de lo que es un cáncer y por qué sólo la medicina basada en el método científico puede ayudarla, pero no respetaría su superstición. Si la superstición de mi madre fuese creer en la iglesia católica tampoco respetaría su superstición. Tengo todo el derecho del mundo a criticar la superstición y lo pienso hacer porque a mi se me ha inculcado el valor de la duda, no el valor de la fé.

2 comentarios:

Sandra dijo...

«But a lot of good can come from rational problem solving. And we humans are problem-solving animals. When a tragedy occurs, we want to know why. This is not idle curiosity. If we can pinpoint a cause, then we can fix it. For example, whenever an airliner crashes, a great deal of time and effort is expended to try to find the black box even if it's lying under 250 feet of turbulent ocean water. (…) We are tempted to look for instant solutions before we fully understand the cause of the problem.»(Aronson, E. Nobody left to hate: Teaching compassion after Columbine. 1. Capítulo disponivel em: http://www.jigsaw.org/chapter1.htm)

Kinderzimmer dijo...

gracias :)