martes, octubre 09, 2007

¿Qué vi en Moscú?

"Moscú y San Petersburgo no son Rusia" me dijo Tania cuando le comenté que iba a Moscú. Tania es una persona peculiar, una mujer que ronda los cincuenta y ha vivido casi toda su vida en Volgogrado, la antigua Stalingrado. Tras perder su trabajo como ingeniera en una fábrica con la caída del comunismo, encontrar un puesto de trabajo para alguien con más de 30 años en Rusia parecer ser tarea complicada y fue a trabajar a Israel, y de allí a España. Es una mujer que cuando sonríe, sus ojos lo hacen más. Si imaginaís por un momento una mujer rusa absolutamente normal, estaréis pensando en Tania.
Respeto muchísimo a Tania, pero cuando me dijo que en veinte años habría otra revolución en Rusia, sonreí de forma condescendiente. Cuando se lo comenté a Katrina, mi amiga en Moscú, licenciada en economía, su respuesta me sorprendió: "veinte años es demasiado, pasará antes". Algo huele a podrido en Rusia.
No esperéis encontrar una ciudad pobre, Moscú no lo es (por eso dijo Tania que no era Rusia), Moscú es una ciudad increíble, de una belleza que no ha sido descubierta por las agencias turísticas europeas todavía y con una riqueza latente: al parecer hay más de 300 Bentleys sólo en Moscú. Sin embargo se dejan notar unas condiciones de vida duras, unas infraestructuras desgastadas, unas instituciones que acosan para mal y desaparecen para bien, una población que no sonríe y cuya afición mayoritaria consiste en emborracharse. Moscú es la ciudad de los contrastes, donde podéis encontrar sobre el mismo asfalto maltratado por el tiempo ese enorme recuerdo motorizado que es el Lada y un maravilloso Aston Martin. Rascacielos que hacen parecer a Madrid o Paris ciudades de provincias junto a inmensas moles de viviendas de hace más de veinte años con ascensores destartalados. Los servicios del Museo de la Victoria son los más lujosos en los que he estado nunca, a apenas 150 km los servicios consistían en un cuarto con un cubo.
Las calles llenas de jóvenes que no lo parecen: visten como yuppies y van a cafés donde el café cuesta más caro que en un Starbucks. Terminan sus carreras y trabajan para empresas que les preguntan directamente cuanto quieren cobrar: ¿1000 dólares? ¿2000? Viven un sueño pagado por el petróleo y realmente estos jóvenes creen que viven en la que será la futura gran potencia económica del mundo. Pero viven con una tasa de inflación del 10% y que hace no mucho era del 15%. A tan sólo 150 km de Moscú 1000 dólares son una fortuna, un sueño dorado. Para los jóvenes en Rusia la prioridad es ir a Moscú o San Petersburgo.
Pero todo esto no es más que un espejismo de chicos que se han criado en una burbuja. Sólo basta con mirar atentamente la calle: atestadas de viejos que apenas tienen harapos para cubrirse. Por todas partes unos hombres te ofrecen jugar a la lotería, junto al alcohol, el verdadero deporte nacional, que se practica a todas horas del día. No importa la hora a la que salgas a la calle, hay hombres y mujeres de todas las edades y posiciones sociales bebiendo sentados, en grupo, en solitario, andando... borrachos dormidos en las terrazas, estaciones de metro, calles...
En Rusia el estado solo se acuerda ya de sus ciudadanos para cobrarles y pedirles el voto. La policía te llama la atención por cualquier tontería y te deja marchar si "pagas" una modesta cantidad. La sanidad es gratis, pero si quieres que los médicos se molesten por tí, el mismo sistema. Y lo mismo para los estudiantes que quieren aprobar sus exámenes.
¿Qué más quereis saber? Rusia es lo que pudo ser y no fue. Rusia es el país que cree que la libertad consiste en decidir entre Gucci y Prada. Rusia es el país que te va a fascinar y te va a repeler al mismo tiempo.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

He colgado tu artículo en mi blog poniendo tu dirección y reconociendo la autoría. Es un buen artículo y creo que hacía falta que se escribiera algo así.

A Nolo y a mí nos ha gustado, aunque nunca me ha terminado de convencer un tono fatalista que impregna tu discurso, como si no hubiera nunca solución posible y sólo existiera la verdad.

Kinderzimmer dijo...

jaja gracias por "reconocer" la autoría. con poner el link bastaba :)
Le di un tono fatalista, es cierto, creo que hay problemas estructurales y sociales que están demasiado implantados en Rusia, verdaderos cánceres que no se pueden curar de un día para otro. Pero si le di el tono fatalista no es porque pensase que no se puede hacer nada, sino porque lo que se está haciendo no va a cambiar nada.
Rusia es un país maravilloso, lleno de gente con una cultura vasta, no todos son unos borrachos, doy buena fe de ello, y muchos quieren cambiar su país.