martes, abril 17, 2007

Así de fácil.

Treinta y dos muertos. Quizás entre los heridos ya alguno haya exhalado el último suspiro. Pero lo peor de todo es que la magnitud de una masacre como ésta, con más víctimas que los atentados de Londres, no nos sorprende. Nos sorprende la magnitud pero no el hecho: el número de tiroteos en centros educativos en E.E.U.U. que podría decirse que es una macabra moda.

"El derecho de los habitantes de que sus personas, domicilios, papeles y efectos se hallen a salvo de pesquisas y aprehensiones arbitrarias, será inviolable, y no se expedirán al efecto mandamientos que no se apoyen en un motivo verosímil, estén corroborados mediante juramento o protesta y describan con particularidad el lugar que deba ser registrado y las personas o cosas que han de ser detenidas o embargadas."

Este es el texto de la Cuarta Enmienda, el cual según algunos políticos, justifica que los ciudadanos de E.E.U.U. tengan el derecho constitucional a estar armados. ¿Alguien puede decirme si el texto tiene algo que ver con las armas? No, nada que ver, y estos son los efectos que pueden llegar a tener en la interpretación de las leyes la influencia de un lobby de empresas armamentísticas que campan a sus anchas en un país donde comprar balas es algo que se puede hacer en el supermercado del barrio.
En un país donde su presidente asegura que es un defensor a ultranza de la vida y se opone con firmeza al aborto y a la experimentación con células madre, él mismo se jacta de haber ejecutado a cientos de presos cuando era gobernador de Tejas y permite que las armas sigan inundando un país en el que el número de crímenes por habitante es totalmente disparatado. En un país que nos vende su imagen de país paradisiaco en urbanizaciones privadas al estilo Mujeres Desesperadas, donde los ricos se encierran para no sentir la violencia que se respira en el ambiente. En ese país han muerto hoy otras 32 personas porque a alguien se le cruzaron los cables. Así de fácil.

miércoles, abril 11, 2007

No soy un radical.

Muchas veces he argumentado que un buen libro es aquel que cambia tu perspectiva sobre las cosas que te rodean. Muchos buenos libros he leído y muchos me han influenciado pero la memoria es frágil y los libros que me han marcado más en los últimos cinco o seis años son dos libros muy diferentes: "A Social History of the United States" y "The God Delusion". Este último libro es el que estoy terminando ahora y al que me voy a referir en este post extrapolándolo a mi situación.
"Fundamentalism and the Subversion of Science" es el capítulo de "The God Delusion" en el que Richard Dawkins explica con maestría la diferencia entre tener fe en algo y creer en algo. Entre ser un fanático, un radical, y no serlo. Dawkins explica que él cree y defiende con pasión la teoría de la evolución porque todas las pruebas apuntan a que es cierta, pero que si un día alguien le demuestra que estaba equivocado, muy agradecido por haberle sacado de su error se mostrará con respecto a esa persona. Es cuestión de tener una actitud científica: cree en lo que se te demuestra y deja de creer si se te demuestra lo contrario. Esta actitud te permite defender con pasión aquello en lo que crees.
Esta frase la habréis leido en mi blog decenas de veces: no soy un científico. Pero creo que esa actitud científica es una actitud que me gustaría adoptar en mi día a día. Evidentemente todos tenemos debilidades y no podemos aceptar muchos de nuestros errores pero tener esa postura en mente puede hacernos un poco más tolerantes y humanos.
Sin embargo esto también me permite defender de forma pasional mis posturas, mis ideas. En dos días se celebra el 76 aniversario de la proclamación de la II República Española. La II República española no fue el Edén en la tierra, no fue la panacea, pero fue un sistema político adelantado a su tiempo. Un sistema político proclamado democráticamente e interrumpido por un golpe de estado violento y cruel. La guerra y la dictadura han sido un inmenso paso atrás en la consecución de los intereses por parte de la clase trabajadora, la clase que de verdad importa.
No soy un radical, ni un fanático. "No voy a ponerle bombas a nadie, decapitar, apedrear, quemar en la hoguera, crucificar, o estrellar aviones en rascacielos" por un desacuerdo es lo que dice Richard Dawkins cuando los creyentes le acusan de fanático. No voy a cometer atentados, golpes de estado, represiones violentas y cientos de miles de asesinados en la cuneta en fosas comunes es lo que les respondo a los que me llaman radical en este país. Pero con firmeza voy a defender que todas las personas deben nacer con los mismos derechos y una Constitución no es quien para darle a una persona y sus descendientes unos derechos exclusivos.